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Amalia Pica

Pisapapeles





Ciudad de Guatemala

Pisapapeles, la primera muestra individual de Amalia Pica en Proyectos Ultravioleta, reúne un conjunto de obras recientes que nos invitan a reflexionar en la manera que hemos tenido que negociar nuestros espacios íntimos -hogar y oficina- a partir de la pandemia.

Dadas las restricciones sanitarias, los protocolos de cuidado personal y colectivos, y el confinamiento, nuestras vidas se han reducido en gran parte a nuestros espacios domésticos, y si tenemos la suerte a algún parque cercano, o inclusive un segundo hogar. Y de repente las oficinas -esos espacios que parecían llenos de tedio y monotonía, y que se sentían hasta detestables- han invadido nuestras viviendas y nos han obligado a replantearnos nuestras maneras antiguas de trabajar… y de vivir!

Y es en ese nuevo orden de las cosas que Pica formula uno de los cuerpos de trabajo exhibidos en esta exposición, con su característico sentido del humor y perspicacia. Los pisapapeles, una serie escultórica nueva que le da el título a la muestra, surgen a partir de los distintos objetos cotidianos que fueron apareciendo (y desapareciendo) sobre la mesa de su casa durante la pandemia, y tras su reciente maternidad. Esos objetos no solo revelan las culturas materiales que le dan forma a nuestras vidas -en donde la oficina resignifica la casa, y a su vez la casa resignifica la oficina- si no que además se convierten en elementos de juego interminable para su hijo de año y pico, Marino. Al igual que su madre, él también encuentra goce y placer en lo mundano. Y se entretiene haciendo un sin fin de arreglos escultóricos libres y de gran atrevimiento con distintas frutas y vegetales, juguetes de bebé, y utensilios varios. Entre sus favoritos: pepinos, limones, paletas de madera, protectores para bebés, jabones, los rollos de tape, la cuña para-puertas, y cómo olvidar la pequeña jirafa de madera. Es a partir de estos ready-mades efímeros de Marino que Pica extiende los ejercicios escultóricos de su hijo, los plasma en bronce, y las presenta sobre bases de -¿qué más?- papel… torres de papel blanco para impresora, que nos recuerdan del tedio de las oficinas y que les permite a las esculturas cumplir la función implícita en el título de la serie: pisar papeles

Aunque su carácter formal es lúdico, vistas en conjunto, las esculturas ofrecen a una reflexión crítica sobre la labor que implica la maternidad y la crianza de los niños -trabajo que muchas veces se invisibiliza- en especial cuando se realiza en tándem con una carrera profesional, y se junta todo sobre la misma mesa.

Adicionalmente, Pica presenta las mesas de conferencia y sus respectivos estudios para reacomodar las mesas de conferencia. Al igual que los pisapapeles, este segundo cuerpo de trabajo invita a verle el lado amable y placentero a los lugares de tedio por excelencia. Esta vez, su mirada se enfoca en los espacios de oficina, con unas mesas de conferencia poco ortodoxas y bienaventuradas, que se valen de distintos patrones geométricos en una paleta vibrante y atrevida. Hechas de madera laminada en melamina, en tres formas básicas tradicionales (rectángulo, semicírculo y trapezoide) sobre bases de metal, las mesas llevan ruedas. Durante la duración de la exposición, y al comienzo de cada semana, el personal de la galería reconfigurará las mesas en distintos arreglos geométricos predeterminados por la artista. Es así que con una mesa que se reconfigura de manera regular, sus puestos están en cambio constante, lo cual permite una posible alteración de jerarquía a quienes se sientan alrededor de ella. O bien, vistas de manera más abstracta, las mesas pueden entenderse como las restricciones y los protocolos impuestos en nuestras vidas a partir de la pandemia, y la posibilidad de reorganizarlas como una manera de encontrar el placer y gusto ante esta nueva realidad.

Y es así que a pesar de estar atravesando uno de los momentos más tenebrosos de la pandemia en Guatemala, Pica nos ofrece un escape: una oportunidad para estudiar bien los elementos -impuestos y autoimpuestos- que le dan forma a nuestra cotidianidad y reformularlos con la esperanza de encontrar maneras más sensatas y placenteras de vivir con ellos. Pues al final, quizás no podamos cambiarlos, pero sí que podemos resignificar la manera en que nos relacionamos con ellos.

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