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Tún





Proyectos Ultravioleta, Ciudad de Guatemala, Guatemala

JOSÉ FRANSISCO TÚN
Por Edith Recourat

En Guatemala, país de cinco trece millones de habitantes, el 60% de la población tiene menos de veinte años.  Tierra vieja y país joven, es de su juventud que brotan cada día los nuevos valores. Y si juventud, hoy, es sinónimo de rebelión contra estructuras esclerosadas y caducas, ocurre también que nos traiga una imagen fresca, no contaminada, del mundo que la rodea.

José Francisco Tún ha nacido nació en la ciudad de Guatemala en 1948 y ha elegido eligió desde niño las vertientes asoleadas del Cerrito del Carmen como campo de observación y de recreo.  Allí, entre cielo y tierra, se ha formado formó una visión propia, infinitamente personal y original de la tierra y de sus habitantes. Visión que imprimió a su obra el sello de la libertad espacial a la vez que reducía seres y ciudad a un todo orgánico dotado de ojos-ventana, de caminos-arterias, de torres-faros, y de paredes de suave epidermis.

Su paisaje familiar ha sido es un mar de cúpulas y de techos cuyas siluetas diurnas y nocturnas, recortadas sobre el azul intenso del cielo de la Parroquia o en la neblina nocturna de las lejanias.  De las calles de piedra o de asfalto que rodean el Cerrito antes de alejarse en ángulos tangenciales, le llegaban ecos de risas y de riñas. El ensueño por una parte, las escenas callejeras por otra, vinieron a constituir así los dos polos permanentes de esta obra que restituye su sentido a las palabras más trilladas: autenticidad, genuino, etc.  Limpia y sutil, refinada y honesta, nace de una visión interior proyectada hacia elementos formales y expresivos, aparentemente independientes unos de otros pero que se completan sin oponerse. Nada es inventado y todo es nuevo. Desde su mirador aéreo, Tún parece ser el primero en descubrir el mundo imaginario y real. Parece ser el primero en descubrir el alma de las cosas.  Parece ser el primero en prestar la magia del color a la triste ciudad.

En una época tan saturada por el odio y el resentimiento, la obra de Tún se nos antoja fuera del tiempo y de las contingencias.  No por indiferencia sino por falta de antagonismo y de cálculo.

“Primitivo”, en el mejor sentido de la palabra, recrea una corriente poética directa con elementos circundantes, borrando sin esfuerzo cuánta opacidad, cuánto cliché, cuánta vulgaridad seudointelectual y material habríale hecho perder su identidad y su relación esencial con el hombre.

Ante un país urbano poetizado por la distancia y los cambios de luz de la mañana y del atardecer, José Francisco Tún ha creado creó un estilo y un colorido genuinamente suyos.  Arte figurativo, hasta en los triángulos puros de “La Esquina” o en el marco en trompe l´oeil de “La Ventana”, no acepta más medida que la del impacto provocado en su imaginación por la función o la forma de lo observado.  Así de los paisajes azules y amarillos de “La Aldea”, de “La Entrada”, de “6 de la tarde”: deben poco a la realidad y se acercan a un surrealismo sin angustia que no debe nada al pasado ni a la moda.

En vano se le buscaría pretensión, influencia o morbosidad a esta pintura, fruto de un acorde íntimo entre el tema y la más extrema sensibilidad.

Sin embargo, pese a su nitidez conceptual y a la originalidad de su composición, es por el refinamiento y la sutileza de su colorido que se distingue más.  No hay límite a las combinaciones cromáticas obtenidas por Tún, tanto mediante las mezclas de tintes como en su aplicación. De los grises a los amarillos, pasando por toda la gama de tonos acres, cocoa, cafés, mostaza, lila, medios tonos, cuartos de tonos, variados al infinito, punteados por los rojos vivos de los techos, bañados en intensos azules; esta pintura admirablemente matizada evoca, sugiere y crea su clima propio. Consagra al joven artista como un colorista nato.

No trato de decir que esta primera muestra de José Francisco Tún sea exenta de defectos.  Pero, sí, que él posee en el más alto grado aquellas calidades esenciales e insustituibles de un futuro gran pintor,  cualidades sin las cuales ningún aprendizaje, ninguna formación académica o lecturas exhaustivas significan nada.

Aprovecho esta oportunidad para dedicar unas palabras de gratitud a John Gody, hombre de negocios y gran amateur de belleza y de pintura.  Desde el impulso inicial dado en 1964 por la Galería DS, se ha formado un grupo de coleccionistas nacionales y extranjeros entusiastas de la expresión plástica guatemalteca.  Entre ellos, se ha distinguido John Gody debido a su constante interés y estímulo para y con los artistas.

En esta oportunidad deseo deseamos agradecerle muy especialmente a Edith Recourat por el respaldo moral y material que nos ha dado y sin el cual no hubiera sido posible la exhibición de hoy.

El Imparcial. Proyectos Ultravioleta. Guatemala, 13 de Octubre de 1970, 19 de enero de 2012.

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