Para Frieze Londres 2024, Proyectos Ultravioleta se complace en presentar un dúo transgeneracional, incluyendo pinturas históricas de Rosa Elena Curruchich (1958-2005) y obras de Edgar Calel (n. 1987), ambos artistas de Chi Xot - San Juan Comalapa, Guatemala.
Curruchich es considerada la primera pintora indígena de Guatemala. Sus obras en miniatura son un registro histórico del día a día, los rituales y las tradiciones de su comunidad. En la mayoría de ellas se pueden ver mujeres en el centro de la vida colectiva. El formato que la artista adoptó, tristemente, no es casual sino que responde a la necesidad de proteger su propia integridad física, preservar su vocación artística y esconder sus obras, en un contexto donde un grupo de hombres pintores se sintieron amenazados por el modesto éxito que comenzaba a recibir por su práctica pictórica. En su regreso a Chi Xot tras su primera exposición individual en la Ciudad de Guatemala, un grupo de pintores la recibió con una golpiza y un episodio de violencia sexual, acompañado de violencia psicológica que sufrió durante el resto de su vida, en un intento por desalentarla de continuar con su práctica artística. Sin embargo, ninguna de estas violencias pudieron frenar su deseo de seguir pintando, cosa que hizo hasta su muerte precoz a los 47 años. En las pinturas que presentamos aquí, la artista traduce experiencias vividas y relatos orales que recogió de su comunidad. Cada una de las obras está acompañada de un texto en el cual ella describe la escena y cuenta de la vida colectiva: costumbres, tareas de cuidado, funcionamiento productivo y ceremonias espirituales.
Por su parte, Calel trabaja en una variedad de medios, explorando las complejidades de la identidad y experiencia Kaqchikel contemporánea. Su obra aborda temas de espiritualidad, naturaleza, exclusión y memoria colectiva, buscando el equilibrio entre las prácticas tradicionales y el mundo actual según la cosmovisión Maya. En su serie ‘Me Venden’, realizada de manera colectiva junto con distintos miembros de su familia, el artista pone de manifiesto la discusión por la tierra a partir del extractivismo que sufrieron los pueblos mayas de Guatemala durante la época colonial y que continúa hasta hoy. El frente de las obras reúne paisajes de algunos de los destinos turísticos más visibles de Guatemala, utilizando la misma tierra de Chi Xot como pigmento, sobre el cual se sustrae la frase “Me Venden”. En el reverso de las pinturas se lee la frase “maní yi ni besq’opij” en kaqchiquel, pintada con carboncillo, que se traduce a “no me suelten”, consigna de su abuela materna que siempre le insistió a la familia en la importancia de conservar sus tierras, tradiciones y conocimientos. Vistas juntas, las obras son un llamado a la reivindicación de los pueblos originarios a aferrarse a su identidad y sus tierras como expresiones de orgullo cultural y resistencia territorial — posicionándose en contra de los sistemas extractivistas del estado y la sociedad que se valen de la riqueza de los pueblos originarios únicamente para satisfacer sus propios intereses. A su vez, es una invitación a todos los demás a que reconozcamos estas dinámicas desiguales y busquemos maneras más plenas y justas de relacionarnos con ellos y de apreciar tanto su gran legado cultural como sus conocimientos territoriales y sistémicos, por lo que son para ellos y no lo que pudiera para nosotros.
Mientras Curruchich enfrentó violencia que buscaba silenciarla, su uso del formato miniatura se convirtió en una forma de supervivencia y subversión. Su obra conserva la riqueza histórica de la comunidad de Chi Xot y pueblo Maya Kaqchikel e inscribe la voz de las mujeres en ella. Calel, por su parte, toma este legado y nos invita a repensar, reverberar e imaginar nuevas alianzas, paradigmas y estrategias en contra de las relaciones extractivistas que continúan afectando pueblos y territorios indígenas, desde la colonia hasta la actualidad. Juntos, sus trabajos no solo revelan la continuidad de la lucha indígena a través del tiempo, sino que muestran dinámicas de resistencia que ambos artistas ejercen a través de su obra; invitando a una reflexión profunda sobre el poder del arte para reconocernos a nosotros mismos, denunciar violencias e injusticias,potenciar lazos y comunidades más equitativos.